Refranero de la A a la Z

Refranero de la A a la Z


A ama gruñona, criada rezongona
A amistades, que son ciertas, siempre las puertas abiertas
A amor mal correspondido, ausencia y olvido
A aquel alabar debemos cuyo pan comemos
A asno lerdo, arriero loco
A balazos de plata y bombas de oro, rindió su plaza el moro
A barbas honradas, honras colmadas
A beber me atrevo, porque a nadie debo y de lo mio bebo
A bodas y niño bautizado, no vayas sin ser llamado
A borrico regalado no se le mira el diente
A buen entendedor, breve hablador
A buen entendedor, con pocas palabras basta
A buen hambre no hay pan duro
A buen hambre no hay pan duro, ni falta salsa a ninguno
A buen vino, no hay mal bebedor
A buena fe y sin mal engaño, para mi quiero el provecho y para ti el daño.
A buena madera, buen oficial
A buena olla mal testamento
A buenas ganas, huelgan las salsas
A buenas horas mangas verdes
A buenos ocios malos negocios
A buey viejo, cencerro nuevo
A burro muerto la cebada al rabo
A caballo corredor, cabestro corto
A caballo regalo, no le mires el diente
A cada cual lo suyo, y a Dios lo de todos
A cada momento su pensamiento
A cada pajarillo le gusta su nidillo
A cada paje su ropaje
A cada paso un gazapo
A cada pez le llega su vez
A cada cerdo le llega su San Martín
A calzones rotos, comprar otros
A cama corta, encoger las piernas
A camino largo, paso corto
A canas honradas, no hay puertas cerradas
A carne de perro, diente de lobo
A carne mala, buena salsa
A casa de mi novia llevé un amigo, el se quedó de amo, yo despedido
A casa de muchos amos, nunca le faltan goteras
A casa del rico ve obligado; y a la del pobre sin ser llamado
A casas viejas, puertas nuevas
A cena de vino, desayuno de agua
A cierta edad, ya no hay gentileza sin dinero
A comer se tú el primero, a pelear ni el postrero
A costa de los campos vivesn en los pueblos millones de vagos
A Cristo viejo, ni siquiera un credo; al santo que está de moda, las oraciones todas
A cura nuevo, sacristan viejo
A Dios adorando y parva limpiando
A Dios rogando y con el mazo dando
A ello padre, vos a las berzas y yo a la carne
A enemigo que huye, golpe de gracia
A enemigo que huye, puente de plata
A escote, no hay pegote
A esas llamas amigo, que viene a por tu trigo o a por otra cosa que no te digo
A espaldas vueltas, memorias muertas
A estilo de tropa; cada uno se fastidia cuando le toca
A falta de caballos, troten los asnos
A falta de ciencia, ten obediencia
A falta de colcha, no es mala una manta
A falta de gallina, bueno es caldo de habas
A falta de pan, buenas son tortas
A falta de reja, culo de oveja
A fregar platos, solo acuden los mentecatos
A fuerza de bajezas, el hombre a la cumbre llega
A fuerza de chupar, el mosquito se hace aplastar
A fuerza de duros, se ablandan los más duros
A gana de comer no hay mal pan, ni agua mala a gran sed
A gato viejo, rata tierna
A gran arroyo, pasar postreros
A gran cabeza, gran sombrero
A gran cabeza, gran talento, si no está llena de viento
A gran dolor, paciencia mayor.
A gran rio, gran puente
A grandes males, grandes remedios
A hombre afligido, no le des más ruido.
A hombre de dos caras, hombre de buenas espaldas.
A hombre gordo, camisa larga.
A hombre hablador e indiscreto no confies tu secreto.
A hora mala, perros no ladran.
A hoy lo veo, en mañana poco creo.
Aindiscreto preguntador, grosero respondedor.
A jugar y perder, pagar y callar.
A la bestia cargada, el sobornal la mata.
A la bestia mala el pelo le reluce.
A la borrica arrodillada dóblale la carga.
A la buena gana, ppocos caminos le bastan.
A la buena moza, no la busques en la romería, sino en su traje de cada ida.
A la buena junta con ella, y a la mala ponla la almohada.
A la cama no te irás sin saber una cosa más.
A la carne, vino; y si es jamón con más razón.
A la corta o la la larga, el que no lo logra poco le falta.
A la corta o la larga, el tiempo todo lo alcanza.
A la corta o la larga, los mayores necesitan a los menores.
A la criatura si no llora, su madre no le da teta.
A la culpa sigue la disculpa.
A la dama hermosa, por el pico le entra la rosa.
A la fea el caudal de su padre la hermosea.
A la fea la quiere Andrés por el interés, y Pascual por el capital.
A la feria muchos van, a ver y no a comprar.
A la fuerza ahorcan.
A la garganta del perro échale un hueso si le quieres presto.
A la gente pobre, moneda menuda.
A larga lengua, cortas manos.
A la leche, nada eches.
A la liebre movida, no la busques hasta otro día.
A la lumbre y al fraile no hay que hurgarle, porque la lumbre se apaga y el fraile arde.
A la luz de la tea no hay mujer fea.
A la mala hilandera, la rueca le hace dentera.
A la mesa me senté, y aunque no comí escoté.
A la mesa de los primeros, al trabajo de los postreros.
A la moza que es buena y al mozo que tiene oficio, no les pueden dar mayor beneficio.
A la muerte rápida antiguamente la llamaban dulce.
A la mujer casado nunca le falta novio.
A la mujer casada y casta, el marido solo le basta.
A la mujer loca, mas le agrada el pandero que la toca.
A la mujer casera, al marido bien la quiera.
A la mujer primeriza, antes se la conoce la preñez en el pecho que en la barriga.
A la mujer que está encinta, se la conoce por la pinta.
A la orilla del rio te espero, galapaguero.
A la par es negar y tarde dar.
A la peor burra el peor aparejo.
A la primera gesto y palo, y a la segunda mimo y regalo.
A la primera perdón, a la segunda con el bastón. 
A la puerta del que sabe trabajar, se asoma el hambre y no se atreve a entrar.
A la puerta del rezador, no pongas tu trigo al sol.
A la que es pobre, y no piensa más que en la riqueza, no la caces que es mala pieza.
A la que quiere ser mala, poco aprovecha guardarla.
A la que tiene más de treinta no la pretendas.
A la que uno no contenta, lo mismo es de dos que cincuenta.
A la ramera y a la lechuga, una temporada dura.
A ruin oveja, la lana pesa; y a ruin pastor, el cayado y el zurrón.
A la sombra del nogal no te sientes a descansar.
A la tercera va la vencida.
A la tercera va la vencida y a la cuarta la caida.
A la una, que bien que mal, en casa comido han.
A la vejez y a la juventud les espera el ataud.
A la vejez, se acorta el dormir y se alarga el gruñir.
A la vejez, viruelas. Viejo amador, invierno con flor.
A la viuda el diablo que la sacuda.
A la yegua y a la mujer, por el parto las conocereis.
A la zorra se la conoce por la cola, y al hombre por sus obras.
A labrador tonto, patatas gordas.
A las beatas, el diablo las desata.
A las cosas de placer, mira a cual has de volver.
A las cosas menudas, el aguacil acuda, y a las grandes el señor alcalde.
A las diez en la cama estés.
A las diez en la cama estés, si puede ser antes que no sea después.
A las diez en la cama estés, y si fueras de bronce, fuera de casa no te den las once.
A las diez en la cama estés, y si se puede a las nueve; el viejo chocho a las ocho.
A las diez deja la calle para quien es; los rincones para los gatos y las esquinas para los guapos.
A las eras tardías las coge el agua.
A las mozas Dios las guarde, y a las viejas la rabia las mate.
A las virgenes salves; a los cristos credos, y a los dineros quedos.
A liebre corredora, escopeta prevenida.
A liebre preñada, galga salida.
A lo bueno pronto me hago yo, a lo malo, no.
A lo escrito has de agarrarte, que las palabras se las lleva el aire.
A lo feo, lo negro lo hace más feo.
A lo fino mal se pringa el pan con el tocino.
A lo hecho, pecho.
A lo pasado se le dice adios.
A lo que hace Dios ni fuerza, ni razón.
A lo que has de negarte, niégate cuanto antes.
A lo qu hecho está, llega el necio a ayudar.
A lo que no puede ser, la espalda has de volver.
A lo que no puede ser, los hombros encoger.
A lo que no te importa, lengua corta.
A lo que no tiene remedio, de vino cuartillo y medio.
A lo que no tiene remedio, olvidar es el remedio.
A lo que quieras ve, a lo que no quieras, manda.
A los amigos que son ciertos, con los brazos abiertos.
A los amigos, que una vez te han pegado, con el puño cerrado.
A los diez dias de enterrado, ya el inolvidable esta olvidado.
A loa habladores los queremos, porque nos dicen lo que no sabemos, pero por chismosos los tenemos.
A los hombre, como a los gatos, nos gusta comer peces, pero no mojarnos.
A los parientes, enseñarles los dientes.
A los pobres robas, si entre ellos no repartes lo que sobra.
A los preguntones, mentiras a montones.
A los que bien se quiere, bien se castiga.
A los quince codorniz, a los veinte perdiz, a los veinticinco vaca; a los treinta piltraca y a los cuarenta, caca.
A los santos y a los tontos los tienta el diablo mas pronto.
A los sesenta, prepara tu cuenta.
A los sesenta pocas bocas conservan su herramienta, y es regla general, que desde los cincuenta ande mal.
A los sordos, pedos gordos.
A los trinta doncellez, muy rara vez.
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